La empatía: el arte de sentir y comprender al otro
La empatía: el arte de sentir y comprender al otro
La empatía es una de las habilidades emocionales más importantes que podemos tener como seres humanos. Se trata de la capacidad de ponernos en el lugar de otra persona, comprender sus sentimientos y necesidades, y responder de manera adecuada y compasiva. La empatía nos permite conectarnos con los demás, crear relaciones significativas y positivas, y contribuir a una sociedad más justa y solidaria.
Pero, ¿qué es exactamente la empatía? ¿De dónde viene este concepto? ¿Qué dice la neurociencia sobre la empatía? ¿Qué sucede en el cerebro cuando una persona empatiza con otra? ¿Por qué es importante la empatía para las relaciones? ¿Cómo podemos entrenar nuestra propia capacidad de empatía? ¿Cómo podemos identificar si no somos personas empáticas?
En este artículo, intentaremos responder a estas preguntas, basándonos en las aportaciones de diversos autores relevantes en el campo de la psicología, la sociología y la neurociencia.
¿Qué es la empatía?
Cuenta la Dra. en Psiquiatría, Helen Riess, que en un viaje reciente a la costa oeste de Estados unido vio una reacción ante el llanto de un bebé en pleno vuelo. Cuando el pequeño empezó a llorar, “un niño de tres años se deslizó de su asiento, se acercó al bebé que lloraba y le ofreció su propio chupón. ¡Wow!, pensé, ese niño realmente escuchó y sintió la angustia del bebé. ¿Y no es eso lo que todos queremos? Ser vistos y escuchados, y que respondan a nuestras necesidades. Esa es la esencia de la empatía.”
La empatía se puede definir como la capacidad de comprender y sentir las emociones de los demás. Es la habilidad de ponerse en el lugar del otro y entender su perspectiva. La empatía implica dos componentes principales: uno cognitivo y otro afectivo.
El componente cognitivo se refiere a la capacidad de identificar y comprender los pensamientos, creencias e intenciones de los demás. El componente afectivo se refiere a la capacidad de compartir y sintonizar con los sentimientos, emociones y estados de ánimo de los demás.
La empatía no es lo mismo que la simpatía –desde el punto de vista psicológico–, que es la capacidad de sentir compasión o pena por los demás (sufrir-con). Tampoco es lo mismo que la identificación, que es la capacidad de asumir el rol o la personalidad de los demás. La empatía implica mantener una distancia adecuada entre uno mismo y el otro, sin perder el contacto ni fusionarse con él. Como ven, ser empático no es fácil, implica encontrar un equilibrio dentro de nosotros mismos y con los demás.
Origen del concepto de empatía
El término empatía proviene del griego ἐμπάθεια (empatheia), que significa ‘dolor intenso’ o ‘el que siente por dentro’. El término fue usado por el médico Galeno en el siglo II d. C. y por Aristóteles seis siglos antes. La palabra empatía también tiene su origen en el siglo XIX, cuando los artistas románticos alemanes la usaron para referirse a la habilidad de trascender con el yo hacia otros escenarios.
Sin embargo, fue en el siglo XX cuando el concepto de empatía adquirió relevancia en el ámbito de la psicología. El psicólogo estadounidense Edward Titchener acuñó el término empathy en 1909, como traducción del alemán Einfühlung, que significa ‘sentir dentro’. Titchener definió la empatía como la proyección imaginativa de uno mismo en otro ser.
Más tarde, otros autores como Carl Rogers, Heinz Kohut o Martin Hoffman desarrollaron teorías sobre la empatía desde diferentes perspectivas, como la psicoterapia humanista, el psicoanálisis o la psicología moral. Estos autores enfatizaron el papel de la empatía como un factor clave para el desarrollo personal, el vínculo terapéutico, la identidad y la ética.
¿Qué dice la neurociencia sobre la empatía?
Gracias a los avances tecnológicos, como las técnicas de neuroimagen o los estudios genéticos, los neurocientíficos han podido explorar los mecanismos cerebrales que subyacen a la empatía.
Uno de los hallazgos más relevantes ha sido el descubrimiento de las llamadas neuronas espejo. Estas son un tipo especial de neuronas que se activan tanto cuando realizamos una acción como cuando observamos a otra persona realizarla. Por ejemplo, si vemos a alguien sonreír, nuestras neuronas espejo se activan como si nosotros mismos estuviéramos sonriendo. Pero esto no sólo pasa con gestos, puede ser mucho más complejo y amplio que eso. Esto nos permite imitar y entender las acciones y las intenciones de los demás.
Las neuronas espejo se encuentran en varias regiones del cerebro, como el lóbulo frontal, el lóbulo parietal y el lóbulo temporal. Estas regiones forman parte de una red neuronal que se ha denominado la matriz de la empatía. Esta red se encarga de procesar la información sensorial, motora y emocional que nos permite empatizar con los demás.
Además de las neuronas espejo, otros mecanismos cerebrales que intervienen en la empatía son los sistemas de recompensa y de dolor. Estos sistemas se activan cuando experimentamos placer o sufrimiento, pero también cuando observamos a otra persona experimentarlo. Por ejemplo, si vemos a alguien recibir un abrazo, nuestro sistema de recompensa se activa como si nosotros mismos lo recibiéramos. Si vemos a alguien herido, nuestro sistema de dolor se activa como si nosotros mismos lo estuviéramos. ¿Cuántas veces han bostezado al ver a otra persona bostezar? Es un efecto más del mimetismo al que nos llevan las neuronas espejo.
Estos mecanismos cerebrales nos permiten compartir y sintonizar con las emociones de los demás, lo que se conoce como contagio emocional. Sin embargo, para que haya empatía, no basta con sentir lo mismo que el otro, sino que también hay que reconocer que el otro es diferente a uno mismo y que sus emociones son suyas y no nuestras. Esto implica una regulación emocional y una toma de perspectiva, que dependen de otras regiones cerebrales, como la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior.
¿Qué sucede en el cerebro cuando una persona empatiza con otra?
Cuando una persona empatiza con otra, se produce una compleja interacción entre diferentes regiones cerebrales. Podemos distinguir tres fases principales en este proceso:
- La primera fase es la percepción. En esta fase, la persona capta los estímulos visuales, auditivos o táctiles que le indican el estado emocional del otro. Por ejemplo, la expresión facial, el tono de voz o el contacto físico. Estos estímulos son procesados por regiones como el lóbulo occipital, el lóbulo temporal o el tálamo.
- La segunda fase es la resonancia. En esta fase, la persona activa sus propias representaciones internas de las emociones del otro. Por ejemplo, si ve a alguien triste, activa su propia experiencia de tristeza. Esto implica la activación de las neuronas espejo y de los sistemas de recompensa y de dolor. Estas regiones se encuentran en el lóbulo frontal, el lóbulo parietal y el lóbulo temporal.
- La tercera fase es la regulación. En esta fase, la persona modula su propia respuesta emocional para adaptarse al contexto y al objetivo de la interacción. Por ejemplo, si ve a alguien triste, puede decidir consolarlo o dejarlo solo, según lo que considere más apropiado. Esto implica la activación de regiones como la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior.
Estas tres fases no son secuenciales ni excluyentes, sino que se dan simultánea y dinámicamente en función de las características del estímulo, del individuo y de la situación.
¿Por qué es importante la empatía para las relaciones?
La empatía es importante para las relaciones porque nos permite crear vínculos afectivos y sociales con los demás. La empatía nos ayuda a:
- Comunicarnos mejor: Cuando somos empáticos, escuchamos activamente a los demás y expresamos nuestros sentimientos y opiniones con respeto y asertividad. Esto mejora la calidad y la claridad de la comunicación y evita malentendidos y conflictos.
- Entender a los demás: Cuando somos empáticos, comprendemos las motivaciones, las necesidades y los deseos de los demás. Esto nos permite adaptarnos a sus expectativas y ofrecerles apoyo y ayuda cuando lo necesitan.
- Respetar a los demás: Cuando somos empáticos, aceptamos las diferencias individuales y culturales de los demás. Esto nos permite valorar la diversidad y evitar actitudes discriminatorias o intolerantes.
- Cooperar con los demás: Cuando somos empáticos, colaboramos con los demás para alcanzar objetivos comunes. Esto nos permite trabajar en equipo y resolver problemas de manera creativa y eficiente.
- Cuidar a los demás: Cuando somos empáticos, cuidamos a los demás y nos preocupamos por su bienestar. Esto nos permite establecer relaciones de confianza y afecto, y generar sentimientos de gratitud y reciprocidad.
La empatía, por tanto, es un factor esencial para el desarrollo humano y social. La empatía nos hace más humanos y más felices.
¿Cómo entrenar la propia capacidad de empatía?
La empatía no es una cualidad fija e inmutable, sino una habilidad que se puede entrenar y mejorar. Algunas estrategias que podemos aplicar para aumentar nuestra capacidad de empatía son las siguientes:
- Practicar la atención plena: La atención plena es la capacidad de estar presentes en el momento actual, sin juzgar ni distraernos con otros pensamientos o emociones. La atención plena nos ayuda a estar más atentos a los estímulos externos e internos, y a reconocer y regular nuestras propias emociones. Esto facilita la percepción y la resonancia con las emociones de los demás.
- Ampliar nuestro círculo social: Ampliar nuestro círculo social implica relacionarnos con personas diferentes a nosotros, que tengan otras culturas, creencias, opiniones o experiencias. Esto nos ayuda a ampliar nuestra perspectiva y a comprender mejor la diversidad humana. También nos permite aprender de los demás y enriquecernos con sus aportaciones.
- Leer libros o ver películas: Leer libros o ver películas que narren historias de ficción o reales nos ayuda a ponernos en el lugar de los personajes, a imaginar sus sentimientos y motivaciones, y a experimentar sus emociones. Esto estimula nuestra imaginación y nuestra capacidad de tomar perspectiva. También nos permite reflexionar sobre los valores y los conflictos que se plantean en las historias.
- Practicar la escucha activa: La escucha activa es la capacidad de escuchar atentamente a los demás, sin interrumpirlos ni juzgarlos, mostrando interés y respeto por lo que dicen. La escucha activa implica también hacer preguntas abiertas, reformular lo que se ha entendido, dar feedback positivo y expresar empatía. Esto mejora la calidad de la comunicación y la conexión con los demás.
- Realizar ejercicios de role-playing: El role-playing consiste en representar un papel o una situación determinada, asumiendo el rol de otra persona o grupo. El role-playing nos ayuda a experimentar cómo se siente el otro, a entender sus dificultades y desafíos, y a buscar soluciones creativas. También nos permite desarrollar habilidades sociales como la negociación, la cooperación o la resolución de conflictos.
¿Cómo identificar si no soy una persona empática?
A veces podemos tener dificultades para empatizar con los demás, ya sea por falta de interés, por prejuicios, por miedo o por estrés. Algunos signos que pueden indicarnos que no somos personas empáticas son los siguientes:
- No prestamos atención a lo que dicen o hacen los demás, sino que estamos pendientes de nuestros propios asuntos o distracciones.
- No mostramos curiosidad ni interés por conocer a los demás, sino que nos limitamos a etiquetarlos o categorizarlos según nuestros criterios.
- No expresamos nuestras emociones ni reconocemos las emociones de los demás, sino que las ignoramos o las reprimimos.
- No respetamos ni valoramos las diferencias individuales o culturales de los demás, sino que las criticamos o las rechazamos.
- No colaboramos ni cooperamos con los demás, sino que competimos o nos enfrentamos a ellos.
- No cuidamos ni apoyamos a los demás, sino que los explotamos o los abandonamos.
Si nos identificamos con alguno de estos signos, podemos intentar cambiar nuestra actitud y comportamiento hacia los demás, aplicando algunas de las estrategias mencionadas anteriormente para entrenar nuestra capacidad de empatía. Puedes tratar de aplicar los cuatro atributos de la empatía.
Conclusión
La empatía es una habilidad emocional fundamental para el ser humano. La empatía nos permite comprender y sentir las emociones de los demás, y responder de manera adecuada y compasiva. La empatía nos ayuda a comunicarnos mejor, a entender a los demás, a respetarlos, a cooperar con ellos y a cuidarlos. La empatía nos hace más humanos y más felices.
La empatía se basa en mecanismos cerebrales complejos, que implican la percepción, la resonancia y la regulación de las emociones. La empatía se puede entrenar y mejorar con diversas estrategias, como la atención plena, la ampliación del círculo social, la lectura o el cine, la escucha activa o el role-playing. La empatía se puede identificar y evaluar con diferentes signos, que nos indican si somos o no personas empáticas.
Espero que este artículo te haya resultado interesante y útil. Si quieres saber más sobre la empatía, te recomiendo que consultes las obras de algunos autores relevantes en este campo, como Brené Brown, Helen Riess o Daniel Goleman. También me gustaría mucho que compartas tus opiniones y experiencias sobre la empatía en los comentarios o que envíes el enlace a éste artículo a alguien a quien le pueda resultar de ayuda.